Lo que hace que consigamos nuestros objetivos cuando algo no nos gusta es una serie de condiciones que nosotros mismos nos obligamos a cumplir con disciplina y pasión.
Por José Carrasco / Fersay Group. www.josecarrasco.net Por ejemplo si yo me propongo subir un gran puerto con la bicicleta porque me gusta el ciclismo lo único que me hace ser capaz de llegar arriba es que visualizo y me imagino ya en la cima de esa montaña, si perdiera esta ...
Por José Carrasco / Fersay Group. www.josecarrasco.net
Por ejemplo si yo me propongo subir un gran puerto con la bicicleta porque me gusta el ciclismo lo único que me hace ser capaz de llegar arriba es que visualizo y me imagino ya en la cima de esa montaña, si perdiera esta perspectiva los motivos para abandonar serían variados, demasiado esfuerzo, dolor de piernas, nunca llegaré, etc.
Gestionar hoy día una empresa en un entorno de continuos sobresaltos, cambios bruscos del mercado, gran nivel de incertidumbre y alta velocidad de novedades en el mercado puede acabar anulando nuestra visión que es lo único que nos hace levantarnos tantas veces como nos caigamos.
El perder de vista la visión en la empresa hace que en lugar de propuestas haya quejas, la culpa de todo siempre sea externa, no seamos un auténtico equipo, la innovación desaparezca por no tener criterios compartidos, se deje de tener en el centro al cliente, cada uno se establezca en su zona de confort, etc.
Si dejamos de visualizar periódicamente la visión perdemos la ilusión, perdemos la referencia que nos hacía luchar con decisión y valentía, que nos hacía resistentes a todos los inconvenientes que iban surgiendo por el camino, que nos hacía ver los problemas a su tamaño real y no aumentados y nos hacía ver las oportunidades de mejoras como retos a nuestro alcance antes de que lo viesen nuestros competidores.
Cuando nos olvidamos demasiado tiempo de la visión perdemos fuerza, carácter, optimismo y esto nos debilita, nos perdemos y nos olvidamos de nuestros valores que nos guiaban y nos diferenciaban, perdemos la capacidad de saber priorizar y nos enredamos en invertir nuestro tiempo en cosas nada productivas, en pensamientos negativos, en hablar más del pasado que del futuro, perdemos nuestra esencia y así nunca conseguimos la excelencia.
Si recordamos con regularidad la visión y se la transmitimos a nuestro equipo todos nos contagiaremos de la pasión necesaria para llegar lejos juntos y en armonía. Cuando olvidas la visión pierdes el tiempo contemplando los problemas y te lamentas en lugar de ir a por ellos.
Cuando olvidamos nuestra visión no hay horizonte y solemos perder la capacidad de visión global de nuestro mercado con lo cual tampoco podemos diseñar una estrategia correcta y así nos perdemos en el laberinto del caos del día a día.
La emoción es lo que produce el movimiento, la acción, pero para sentir esa emoción no podemos tener amnesia con la visión porque ahí está el motivador principal, la capacidad de imaginar, de soñar, de alcanzar lo que nos hemos propuesto.
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